jueves, 28 de agosto de 2014

El Manicomio

En medio de la ciudad dormida, hay un edificio alto y cuadrado, con sólo unas pocas ventanas, con paredes de piedra maciza, y con una puerta de hierro reforzado. Este edificio especial, es, según lo llaman, "el hotel de los desequilibrados". Es, por decirlo simple y llanamente, el Manicomio.

Dentro de este edificio, que está negro como boca del lobo, hay muchos visitantes permanentes; como el viejo Roz, que esta encaramado en el respaldo de su silla, como un pájaro, murmurando:
-Si, podría usar el cazapatos, pero reaccionaría explosivamente con el presionador y los husos de piedra. Aunque se podría usar piedras de luna como neutralizador. Pero no me quedan suficientes, ¿verdad? No, no me quedan suficientes... Tendré que pedirle al caragato que me traiga cuando vuelva...- Y así, siempre hablando de cosas aparentemente sin sentido, pero que para él parecen tener una gran importancia.
También está el ex-general Hosemort, que tiembla como un flan, encaramado en su cama, diciendo:
-Soldado Heintz, ¿qué estás haciendo? Te pedí el cañón listo para las seis... Y alférez, ¿donde está el mozuelo? Le dije que me trajera mi sable engrasado en diez minutos.  Y Rose, ¿quieres hacer el favor de ¡DEJAR DONDE ESTABA EL MALDITO MAPA!?

Uy, y quien más simpático que el vizconde Tamar, siempre hablando muy alto:
-Ay qué gracioso, jijijiji, ese pez rosa que nada, si, mira ahí, al lado de la ventana, jijiji, mira como se mueve, jajajaja. Y ese elefante rojo...- como siempre, alucinando, riéndose y comportándose como si estuviera acompañado, como en sus buenos días en la corte.

Luego, hay otros como el sombrío Haz, siempre murmurando:
-Si, vendrán, y vendrán por ti, y por mi, y una capa de oscuridad cubrirá la Tierra. Pero no moriremos, oh no, sino que iremos a un lugar de sufrimiento, ya lo verás...- Y así, siempre tan deprimente.

Uno de los más conocidos es el orador Atom, siempre:
-ElvizcondedeTrabonhallegadoacompañadodesudistinguidaesposalaseñoraMaríadelCármenJimenez...-Y así.

Pero hay un visitante muy especial, que está sentado al lado de la ventana, mirando por ella, quieto sin decir nada. La luna ilumina su cara y muestra su tez pálida, y su pelo negro y lacio, que le llega a los hombros, y su cuerpo esbelto y flaco. La luna también ilumina sus ojos.

Unos ojos negros, profundos, y totalmente cuerdos.

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