Flores de invierno al anochecer,
sangre plateada a la luz de la luna.
Piedra y arroyo,
hueso tieso.
Siguió escribiendo, concentrado en la pantalla y no en el frío que le trepaba por los pies. Escribía canciones de luna. Historias de verano. Escribía sobre Krish, y sobre Faz, y sobre Dral. Y se preocupaba por la falte de ideas que tenía en la cabeza. No podía entender si realmente estaba escribiendo, o si solo era un sueño, una quimera. Entendía historias en su cabeza, pero no era capaz de sacarlas de allí. Pero lo intentaba. Y a veces lograba algo. No siempre. Y se preocupaba.
Trueno blenco,
piedra negra,
luna nueva en la ribera.
Arce. Mayo.
Podía entender casi todo, pero no lo suficiente. Y aun así, se preocupaba. Aún estado sentado, se cansaba. Aún estando vivo, no se sentía vivo. Necesitaba... algo. Cualquier cosa. Aunque fuera malo. Necesitaba algo que lo hiciera empezar a vivir. Necesitaba un empujón. Necesitaba muchas cosas. Tal vez, simplemente tuviera mala estrella. Así que escribía, tratando de encontrar y, a veces, de buscar.
Perlas en el cielo nocturno.
Voces de grillos bajo los largos brazos de los árboles.
Adormilados suspiros bajo las estrellas.
Crujido de botas en la maleza.
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